Cuando a finales de los 90, Smart llega a los mercados, lo hace con un mérito enorme; era una marca que ha dependido, la mayor parte del tiempo, de un único vehículo. De inicio, un pequeño biplaza de apenas dos metros y medio (la que se conoció casi siempre por Fortwo) que representaba un tipo de coche al que no todo el mundo le daba su aprobación.
Es cierto que los inicios no fueron los mejores, pero poco a poco, el vehículo empezó a ganarse el cariño del público que lo veían como lo que era: un modelo eminentemente urbano, imbatible en el día a día por su tamaño y manejabilidad, con un consumo bastante ajustado… y, además, con cierto halo de exclusividad por varios motivos: contar con el respaldo de la marca Mercedes, ofrecer un buen nivel tecnológico… y porque no era un coche barato.
Con todo, pasado el tiempo, a Smart no le tocaba otra que reinventarse si quería seguir existiendo; así que aprovechando que a principios de está década, Mercedes decidió vender parte de la marca y establecer una empresa conjunta con el fabricante chino Geely, Smart decidió convertirse en una firma de SUV urbanos eléctricos de alta gama. Por lo tanto, apostar a dos valores seguros como son los modelos de tipo todo camino y, por supuesto, con mecánicas eléctricas.
El primer resultado de la nueva etapa ha sido el #1, que inició su trayectoria comercial en nuestro país en 2023. Además, en concreto lo que tenemos aquí es la versión Brabus; porque aunque todo haya cambiado en Smart, tenemos la buena noticia de que el preparador de los Smart más deportivos, seguirá prestando servicio a la reinventada marca.
¿Qué tal le ha sentado pasar de ser un microurbano de apenas 45 CV, 795 kg y menos de 9.000 euros en sus primeras versiones a convertirse, como es el caso, en un modelo de 428 CV, cerca de 1.900 kg y cerca de 50.000 euros de precio? Lo vamos a comprobar en esta prueba.
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