Consiguió que el rey repudiara a la reina legítima, Catalina de Aragón, hija de los reyes católicos y tía del emperador Carlos V. Enrique VIII, ante la imposibilidad de tener un hijo varón, buscó en otra alcoba y para ello tuvo, incluso, que romper con la Iglesia de Roma.
Una historia de intriga donde la geopolítica jugó un factor muy importante.
Para hablar de ello, nos acompaña, una vez más, la doctora Emma Luisa Cahill Marrón.