¿Cuando, cómo, por qué, para qué decirle que es autista? Son preguntas que suelen hacerse los cuidadores después del diagnóstico.
En este video presento algunos materiales que pueden servir para explicarlo en la infancia. Es importante hacerlo con los soportes adecuados, presumiendo competencia (sobre todo en los autistas no hablantes) pero, sobre todo, con naturalidad y afecto.
El autismo siempre debe de estar presente desde la aceptación y el respeto.
Los autistas tienden a formarse un autoconcepto y autoimagen inadecuados cuando no conocen su diagnóstico.
El autismo es parte fundamental de su identidad y esta es un derecho. Poder sentirse integrado con el entorno tiene que ver con no sentirse defectuoso, no frustrarse constante al intentar encajar, saberse "diferente, no inferior" como dice Temple Grandin.
Es el paso para la afirmación de uno mismo y para trabajar una sana convivencia con los demás. Hay temas de nuestra identidad que siempre han estado allí de manera natural, por ejemplo la nacionalidad. De la misma manera debe estar presente el autismo.
En la adolescencia y en la vida adulta, un diagnóstico de autismo es la diferencia entre continuar una vida atravesada, quizá, por la desesperanza y la ansiedad a una que pueda ser resignificada. Donde uno empiece a conocerse nuevamente, a habitarse de modo distinto, a dejar de fingir, a afirmarse en aquello valioso que va descubriendo de sí.