En nuestra vida diaria, es fácil caer en la rutina y en las distracciones que nos alejan de lo verdaderamente importante: nuestra relación con Dios, el amor al prójimo y nuestra misión en este mundo. Jesús nos llama a mantenernos despiertos, a no dormirnos espiritualmente, para que no nos sorprenda el momento decisivo sin estar preparados. Esta homilía nos invita a reflexionar sobre la urgencia de vivir con atención, vigilantes en la fe, y siempre listos para responder al llamado de Dios.
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