Ambientada en la Judea antigua, la película sigue la historia de Micah (Edmund Purdom), el hijo menor de un próspero granjero hebreo. Insatisfecho con la vida simple en la granja de su padre, Micah pide su parte de la herencia y decide abandonar su hogar en busca de aventuras y riquezas.
Micah viaja a la exótica ciudad de Damasco, donde se sumerge en una vida de lujos y placeres. Allí conoce a Samarra (Lana Turner), una hermosa y seductora sacerdotisa del templo de Astarte, de quien se enamora. Sin embargo, su relación con Samarra y su estilo de vida extravagante lo llevan a despilfarrar rápidamente su fortuna.
A medida que su situación se deteriora, Micah se encuentra atrapado en una serie de desafíos y peligros. Se ve obligado a trabajar en condiciones de casi esclavitud y experimenta grandes penurias. Estas dificultades lo llevan a reflexionar sobre su vida y las decisiones que ha tomado.
Finalmente, humillado y arrepentido, Micah decide regresar a casa, esperando que su padre lo acepte aunque sea como un sirviente. Para su sorpresa, es recibido con amor y perdón por su padre, quien celebra su regreso con una gran fiesta, simbolizando la misericordia y el amor incondicional.
La película explora temas de arrepentimiento, perdón, y el amor paternal, adaptando la parábola bíblica a un formato de drama épico con elaborados escenarios y vestuarios que reflejan la opulencia de las antiguas civilizaciones del Medio Oriente.