Los canadienses han iniciado una disputa comercial contra el que fuera su principal aliado comercial por más de 50 años, Estados Unidos.
La respuesta de los consumidores ha sido contundente. Las tiendas han empezado a retirar productos estadounidenses para dar prioridad a marcas locales. Los supermercados han lanzado una aplicación para escanear los productos y saber si fueron producidos en Canadá o Estados Unidos.
Asimismo, han dejado de usar dólares en las transacciones cotidianas y en su lugar, están utilizando el dólar canadiense.
No obstante, a la familia promedio americana esta guerra comercial le costará 2 mil dólares al mes. Pero además la inflación saltaría al 7%, con la gasolina y la electricidad por las nubes.
Mientras que para los canadienses esto equivale a perder medio millón de empleos, y el 5% de su PIB. No obstante, están dispuestos a ver golpeados sus bolsillos con tal de hacer respetar su soberanía.
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