Sonia Vázquez (Alacuás, Valencia) lleva 24 años casada con Juan Ramón y son padres de cinco hijos. El mayor de ellos, con 22 años, acaba de contraer matrimonio. Para ella, es una de las mayores alegrías que se puede vivir en una familia cristiana. Asumir el compromiso del Matrimonio como un sacramento es algo cada vez menos frecuente en nuestra sociedad, y mucho menos entre los jóvenes.
De alguna manera es consecuencia de la vida de fe que han transmitido a sus hijos desde el primer momento. Es uno de los frutos de un proyecto de vida anclado en Dios. Para Sonia y su marido la fe es la mejor herencia que se puede dejar a los hijos.Y para ella no siempre fue así.
Había crecido en una familia católica tradicional, nada practicante y en la que no se oía hablar mucho de Dios. Todo cambió cuando, a los 15 años, conoció al que sería su futuro esposo. Juan Ramón pertenecía al Camino Neocatecumenal. Con perseverancia invitaba a su joven novia a las catequesis y actividades de su parroquia. Pero Sonia no daba el paso.
Pasaron 8 años hasta que, por fin, escuchó nítida la voz de Dios que le decía: "Te quiero tal como eres". "Probablemente aquellas palabras ya me las había dicho antes, pero no las escuché", reconoce Sonia. Y su vida empezó la gran transformación.
La formación y la vida de Iglesia en la comunidad del Camino Neocatecumental fueron cimentando la vida de la pareja y su familia. La consagración a la Virgen María también marcó un antes y un después para el matrimonio, que lleva a la Madre a donde haga falta.
+Pedir perdón y perdonar
Sonia, su marido y sus hijos han ido creciendo juntos en la fe. Fieles a los sacramentos y la oración en familia. Por eso saben que con Dios en el centro todo es posible, "aunque no sea como uno quiere las cosas". Él es la roca en su vida, y también hay un elemento fundamental para gestionar las relaciones en una familia numerosa y más en un mundo como el actual, con tantas prisas, tantos mensajes confusos y tantas tentaciones. En su matrimonio y su familia el perdón es clave. "No dejamos que se acabe un día sin pedir perdón al otro cuando hace falta. Y si hemos discutido delante de nuestros hijos, ellos son testigos de ese perdón", dice Sonia. "Si nos equivocamos con ellos, también les pedimos perdón". No se deja para mañana, porque "hoy es mañana" dice Sonia. Es algo que recuerda con frecuencia a sus hijos, porque saben bien que todo puede cambiar, y mucho, de un día para otro.
+Sobrellevar y ofrecer la cruz de la enfermedad
Así, de un día para otro, fue como la enfermedad impactó en su vida. Sonia había tenido problemas de salud desde los veinte años, pero su diagnóstico tardaría en llegar. Con las pruebas, el diagnóstico, los tratamientos y recaídas ha ido acumulando horas de hospital. Por eso está acostumbrada a ver mucho sufrimiento y no acaba de entender cómo la gente que no cree en nada es capaz de gestionar el dolor y las pruebas, porque "yo no podría soportar vivir sin fe”, afirma.
Recorrer un camino de enfermedad en solitario es otra prueba de fuego a la que se enfrentan muchos. Gracias a su vida de fe y familia, han aprendido a sobrellevar y ofrecer la cruz de su enfermedad juntos. Y así la carga se hace más ligera.
+De la desolación a la esperanza después del desastre
También de un día para otro fue cuando cambió la vida para miles de personas en Valencia y otras zonas de España. Sonia y su familia viven en una de las más de 80 localidades afectadas el 29 de octubre de 2024 por el temporal y las inundaciones más terribles que se recuerdan en lo que va de siglo. Después del desconcierto y estupor iniciales, como otros muchos Sonia empezó también a ver el rostro de Dios en medio de aquella desgracia. La entrega de sacerdotes, religiosas y gente de la Iglesia los primeros y en primera línea durante días y semanas fue especialmente llamativa. Pero también la de muchísimas personas de todas partes, creyentes o no creyentes, que se volcaron en ayudar. En el momento de la grabación con Sonia Vázquez en nuestro estudio de Madrid han pasado 4 meses de aquella fatídica noche. Y queda mucho por hacer: muchas vidas por recomenzar, duelos y pérdidas por sanar, mucha tristeza que aliviar y casas por reconstruir.
En medio de esta realidad, sólo se puede seguir ayudando y compartiendo el dolor, pero Sonia tiene claro que con fe y con María, "todo cura más rápido".
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