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Canción incluida en el álbum 'La Utopía en que Vivimos'
Letra y música: Roberto Ruido (Rupatrupa) ©
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Letra y música de todos los temas por Roberto Ruido
Producido por Roberto Ruido
Ayudante de producción: Nadir Alessandro Sigolo
Grabación, edición y mezcla: Agustín Mesa (Tini), Estudio 9, Tenerife
Masterización: Mario G. Alberni, Kadifornia Mastering
Diseño gráfico: Costa González
Fotografía portada: José Palazón
Voz: Roberto Ruido
Acordeón: Nadir Alessandro Sigolo
Bombo legüero y percusión menor: Tiago Martíns Braúna
Guitarra: Germán Cuesto Gil
Saxo alto: Paulo Delgado González
Timple: Pedro Umpiérrez Ageno
Violonchelo: Patricia Colado Abengozar
Viola: Melchor García Sánchez
Violín 1 y violín 2: Iballa Suárez García
Coro campesinas: Julia
Tonada de las Campesinas (Letra)
Con el miedo como sayo y odio por bandera
ya vienen los carniceros por la carretera.
Pero, ay, agüita de mayo, cómo se te espera.
Llegaron los campesinos a salvar la primavera,
a salvar la primavera.
Tumba de paja,
luz de la luna que raja la noche y la parte en dos,
madrugada marchita,
maldita la hora en que mató el dinero la primavera.
“El sol me pertenece, el aire es mío,
no me tasan el agua porque abunda
en claras fuentes y en el ancho río;
¿y no es mía la tierra que fecunda
mi labor incesante y fatigosa?
¡Me arrebatan las mieses que he segado,
y se las lleva gente perezosa
que vive sin dolor y sin cuidado!
¡Tras de quitarme el pan que se me debe,
arrancarme los hijos que me ayudan!
¡Y nos llaman soez, inmunda plebe,
y si estamos vestidos, nos desnudan!
Para vivir nos falta un elemento
detentado por leyes inhumanas:
con la tierra nos roban el sustento...
¡y respondemos con protestas vanas!
Pero la plebe ha de cansarse un día
de prorrumpir en quejas inocentes.
¡Para acabar con tanta villanía
no basta con las uñas y los dientes!”(*)
Hay una cascada de nubes lamiendo la montaña,
y ardiendo dentro en sus entrañas pura fogalera.
Hay una cascada de nubes lamiendo la montaña,
y ardiendo dentro en sus entrañas pura fogalera
Hay una cascada de nubes lamiendo la montaña,
y ardiendo dentro en sus entrañas pura fogalera.
Ay, ay, ay...
(*) Monólogo Campesino de Nicolás Estévanez (1838-1914)